Tuvieron que pasar 86 años para que un equipo de la ciudad de Washington disputará una Serie Mundial. Los Nacionales, sin mucha bulla y contra todo pronóstico –incluyendo el mio– lograron esta proeza. Los Campeones de la Liga Nacional tienen mucho que ganar y poco que perder.

Un equipo que inició la campaña tambaleante y con pocas oportunidades de avanzar a postemporada por la desastrosa pelota que estaban jugando, demostró que jugando en equipo, todo se puede lograr. Se metieron en los playoff como comodín, derrotaron a los Cerveceros en primera instancia, luego a los súper favoritos Dodgers y acabaron de una manera contundente con los Cardenales; todo esto bajo las ordenes de su manager, el boricua Dave Martínez.
El camino de los Nacionales no fue fácil. A inicios de campaña perdieron a su estrella Bryce Harper, quién decidió explorar el mercado de la agencia libre y decidió firmar con los Phillies un contrato de 13 años y $330 millones de dollares. Nada despreciable para un pelotero de su talla.
La Temporada iniciaba y los Nacionales terminaban el primer mes de competencia con marca de 12G-16P a 3.5 juegos de los Phillies; líderes en ese momento. Llegaba el mes de mayo y la cosa empeoraba en la capital, pues estaban con marca de 24G-33P a 9.0 juegos de los Phillies. En junio empezó a haber mejoría y por primera vez en la Temporada, estaban jugando por arriba de .500.
En julio ya estaban en segundo lugar de la División (nunca más lo perdieron) a 6.5 juegos de los nuevos líderes, los Bravos. Ese mes llegaron desde Seattle el RHP Hunter Strickland y el LHP Roenis Elias; también llegó, pero procedente de Toronto el RHP Daniel Hudson; Washington se estaba armando. En agosto seguían jugando buena pelota y firmaban al 3B Asdrubal Cabrera –pieza clave en el equipo y clubhouse-. Para septiembre se fraguaba la clasificación a postemporada y así empezaba la historia.
Lo grandioso de este equipo es que surgieron figuras a la ofensiva como Anthony Rendon, quién se convirtió en la bujía del equipo; Juan Soto, Victor Robles, Adam Eaton, Trea Tourner y por su puesto el veterano de mil batallas Howie Kendrick (MVP de la NLCS).

El pitcheo estuvo comandado por Max Scherzer, Stephen Strasburg, Patrick Corbin y Anibal Sánchez.
Esta postemporada ha sido genial para el cuerpo monticular de Washignton, quienes no han permito libertades a sus rivales; los han dominado a placer y cuentan con un bajo porcentaje de carreras limpias de 2.90. Ofensivamente no han sobresalido tanto; batean colectivamente para .243, que no es tan bueno, pero cuando el pitcheo de tu equipo anda bien, todo lo demás sobra.
Puede que la capital de Estados Unidos no sea una ciudad del todo beisbolera, pero los Nacionales y el Baby Shark se han apoderado de ella y de sus fanáticos.

A los Nationals fans les digo que disfruten al máximo esta maravillosa experiencia de llegar a una Serie Mundial, pues no todos los días pasa esto. ¡Muchas felicidades!
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¡Que Viva el Béisbol!